Donde miremos hay frescor de luces de dioses y de Budas.
Masaoka Shiki
Usted puede quitarle al hombre sus dioses, sólo dándole otros.
Carl Jung
Ares. El dios de la guerra por excelencia.
Iconografía
de Ares
Se
representa con coraza y casco, y armado de escudo, lanza y espada. Su talla es
sobrehumana y profiere gritos terrribles. Generalmente se le representa
combatiendo a pie, pero también se ve sobre un carro tirado por cuatro
corceles. Los animales consagrados son el perro y el buitre, y suelen estar
presentes en las representaciones del dios.
Mitología
de Ares
Ares
(Marte, en latín), era hijo de Zeus y Hera y, por eso, pertenece a la segunda
generación de los Olímpicos, a diferencia de sus hermanas Hebe e Ilitía, que
son divinidades secundarias. Desde la época homérica, El aparece como el
espíritu de la Batalla, que goza en matanza y sangre. En el caso de la Guerra
de Troya, combatió casi siempre a favor de los troyanos. Sin embargo, como que
le importa poco la justicia de la causa que defiende, a veces ayuda a los
aqueos. Armado de pies a cabezas, generalmente lo acompañan demonios, que le
sirven de escuderos, en particular Deimo y Fobo (el Temor y el Terror), que son
hijos suyos, y también a Éride (la Discordia) y Enio. Según las fuentes, Ares
habitaría en Tracia, un país semisalvaje de clima rudo, rico en caballos y
recorrido por poblaciones guerreras. Según cierta tradición, el pueblo de las
Amazonas, hijas de Ares, también moran allí.
La
mayoría de los mitos en los que interviene son narraciones de combates, pero no
siempre el dios sale vencedor. Parece como si los griegos, desde la época de
Homero, se hayan complacido en mostrar la fuerza bruta de Ares contenida o
burlada por la más inteligente de Heracles o por la viril prudencia de Atenea.
Por ejemplo, en la batalla de Troya, Ares combatía al lado de Héctor, que se
encontró frente a frente con Diomedes. Atenea interviene y se las compone de
modo que desvía la lanza del dios, el cual es herido por Diomedes. Después de
un alarido espantoso que oye todo el ejército, el dios huye al Olimpo para que
le cure Zeus. Otro infortunio de Ares es su encarcelamiento por los Alóadas,
que lo tuvieron, durante trece meses, encadenado y encerrado en una vasija de
bronce.
Aparte
de las historias de combate, la leyenda atribuye, también muchas aventuras
amorosas. La más célebre, sin duda, es la que nos lo presenta unido
clandestinamente con Afrodita, aunque tuvo muchos hijos con mujeres mortales.
La mayoría de ellos fueron hombres violentos, inhospitalarios, que agredían a
los caminantes, los mataban o se entregaban a actos de crueldad. Tuvo con
Pirene tres hijos: Cicno, Diomedes de Tracia y Licaón -los tres murieron a
manos de Heracles-. A veces se le atribuye la paternidad de Meleagro y la de
Driante.
El
culto a Ares
En
la propia Grecia, era objeto de un culto particular en Tebas, donde se lo
consideraba antepasado de los descendientes de Cadmo. Allí poseía un manantial,
guardado por un dragón que era hijo suyo. Cuando Cadmo quiso coger agua, a fin
de realizar un sacrificio, el dragón trató de impedírselo. Cadmo lo mató, pero
luego hubo de expiar ese delito sirviendo a Ares durante ocho años en calidad
de esclavo.
Hermes. El dios
de los viajes, el mensajero de los dioses
Iconografía de Hermes
Se le representa calzado con sandalias aladas,
cubriéndose la cabeza con un sombrero de ala ancha (el pétaso) y empuñando el
caduceo (una vara de oro), símbolo de sus funciones de heraldo de los dioses.
Con frecuencia lleva un cordero a hombros ("Hermes Crióforo"). Puede
aparecer con la lira la flauta (o siringa), instrumentos que inventó.
Mitología de Hermes
Hijo de Zeus y Maya, la más pequeña de las Pléyades.
Nació en una caverna del monte Cileno, al sur de Arcadia. Maya lo había
concebido por obra de Zeus en plena noche, mientras dormían los dioses y los hombres.
Hermes vino al mundo el cuarto día del mes, y este día le quedó consagrado, su
nacimiento fue normal pero ya daba muestras de una precocidad extraordinaria:
consiguió desatarse de las bandas con que se envolvía a los recién nacidos y
escapar hasta Tesalia, donde su hermano Apolo pastoreaba los rebaños de Admeto.
Mientras Apolo, distraído con su amor por el hijo de Magnes, Himeneo,
descuidaba sus deberes de pastor, Hermes le robó parte del ganado. Luego,
atando una rama a la cola de cada uno de los animales (o según otras leyendas
calzándoles zuecos), se los llevó atravesando Grecia, hasta una caverna de
Pilos. Sólo había sido visto por un anciano llamado Bato, único testigo cuyo
silencio intentó comprar. En Pilos, Hermes sacrificó dos de los animales
robados, dividiéndolos en doce partes, una para cada uno de los doce dioses.
Luego, después de ocultar el resto del rebaño, huyó a su gruta del Cileno. Al
llegar a ella encontró en la entrada una tortuga; que vació y tesó sobre la
cavidad de la concha unas cuerdas fabricadas con los intestinos de los bueyes
que había sacrificado; de este modo quedó construida la primera lira.
Mientras tanto, Apolo andaba buscando sus bestias por
todas partes. Por fin llegó a Pilos, donde Bato le descubrió el escondite. Se
decía también que Apolo había averiguado toda la historia gracias a su arte
adivinatorio, observando el vuelo de las aves. Se trasladó entonces al monte
Cileno y se quejó a Maya de los robos de Hermes su hijo; pero Maya le mostró al
niño, envuelto en sus pañales, y le preguntó cómo era posible que profiriese
contra él una acusación semejante. Entonces Apolo requirió la presencia de
Zeus, el cual ordenó al niño que restituyese los animales robados, pese a sus
protestas de inocencia. Sin embargo, Apolo había visto la lira en la gruta del
Cileno, y oído los sonidos que Hermes obtenía de ella. Seducido, cambió su
ganado por el instrumento.
Algo más tarde, Hermes, guardando los rebaños que había
adquirido como se ha dicho, inventó la flauta (la siringa o flauta de Pan).
Apolo quiso comprarle este nuevo instrumento musical y le ofreció en pago el
cayado de oro que utilizaba para guardar las manadas de Admeto. Hermes le
pidió, además, lecciones de arte adivinatoria. Apolo aceptó el trato, y de aquí
que la vara de oro (el caduceo) figure entre los atributos e Hermes. Éste
aprendió también a adivinar el porvenir sirviéndose de pequeños guijarros.
Zeus, satisfecho de la habilidad y actividad de su último retoño, lo nombró su
heraldo, consagrándolo particularmente a su servicio personal y al de los
dioses infernales, Hades y Perséfone.
Estos mitos de infancia de Hermes son los únicos en que
este personaje desempeña el papel principal. En las leyendas, lo más corriente
es que intervenga como figura secundaria, cual agente de la divinidad,
protector de los héroes, etc. En la Gigantomaquia va cubierto con el casco de
Hades, que convierte en ser invisible al que lo lleva; gracias a ello puede
matar al gigante Hipólito. En la lucha de los dioses contra los Alóadas, salva a
Ares sacándolo de la vasija de bronce en la que los dos gigantes lo habían
metido. También Hermes, de modo análogo, salva a Zeus cuando lucha contra
Tifón, logrando quitar al monstruo los tendones del dios, que Tifón había
escondido en una piel de oso y cuya custodia había confiado a un dragón,
Delfine, mitad mujer mitad serpiente. Sin ser visto por su enemigo, consigue,
con la ayuda de Pan, volver a unir los tendones al cuerpo de Zeus, dándole con
ello la posibilidad de proseguir el combate. Su intervención en todas estas
aventuras se debe a su habilidad.
El culto a Hermes
Pasaba por ser el dios del comercio y también del robo.
Guiaba a los viajeros por los caminos. Velaba por los pastores. Acompañaba a
los Infiernos a las almas de los difuntos, función que le valía el nombre de
Psicopompo, el Acompañante de las almas. Se le consagra el cuarto día del mes,
día e su nacimiento.
Hefesto. El dios del fuego, de los metales y la metalurgia.
Iconografía
de Hefesto
Físicamente
deforme, se le representa normalmente en su taller trabajando los metales
nobles con sus ayudantes, los Cíclopes. A veces se le representa con un mazo de
hierro incandescente en la mano.
Mitología
de Hefesto
Hefesto
(Vulcano, en latín), hijo de Zeus y de Hera, pero hay otras tradiciones. En la
hesiódica se pretende que Hera lo engendró sola, despechada por el nacimiento
de Atenea, que Zeus había traído al mundo sin intervención de mujer, y que
luego Hera lo confió a Cedalión de Naxos para que le enseñase a trabajar los
metales. Otra tradición, la cretense, considera a Hefesto como hijo de Talos,
el cual lo era de Cres, el héroe epónimo de la isla. Según esta tradición
Radamantis era hijo de Hefesto.
Hefesto
es un dios cojo y hay varias explicaciones de ello. En la Ilíada, la más
corriente, se dice que Hera disputaba con Zeus acerca de Heracles y Hefesto
salió a defender a su madre, pero Zeus lo cogió por un pie y lo precipitó furea
del Olimpo. Hefesto estuvo cayendo un día entero, hasta que al final dio en la
isla de Lemnos, donde quedó maltrecho, casi sin respiración. Fue recogido por
un pueblo tracio, los Sintios, quienes lo reanimaron, pero quedó cojo para
siempre. Otra leyenda se narra también en la Ilíada: Hefesto ya era cojo de
nacimiento y su madre, avergonzada, decidió ocultarlo a la vista de las demás
divinidades y lo arrojó desde lo alto del Olimpo. Cayó en el Océano, donde fue
recogido por Tetis y Eurínome, que le salvaron la vida y lo criaron durante
nueve años en una gruta submarina. En el transcurso de estos años forjó y
fabricó para ellas numerosas joyas y siempre les estuvo agradecido por sus
bondades. Pues bien, se ha intentado conciliar estas dos versiones imaginando
que Hefesto, lanzado por Zeus, no había caído en Lemnos, sino en el mar, donde
había sido recogido por las diosas marinas.
Para
vengarse de su madre por haberle precipitado desde lo alto, Hefesto fabricó en
secreto un trono de oro, en el que unas cadenas sujetaban al que se sentase en
él, y lo envió a Hera. Ésta se quedó sentada y no pudo librarse, sin que nadie
supiera el modo de librarla. En consecuencia, los dioses accedieron a liberar a
Hera: se encargó a Dionisio, quien gozaba de la confianza de Hefesto, la misión
de ir en su busca y, para convencerlo, lo embriagó. Hefesto llegó e el Olimpo
montado en un asno y, una vez allí, la desató.
Hefesto
es el señor del elemento ígneo. Divinidad poderosa, combate ante Troya con la
llama, del mismo modo que en la Gigantomaquia había dado muerte al gigante
Clitio golpeándolo con un mazo de hierro incandescente. Reina sobre los
volcanes, que son sus talleres, y en ellos trabaja con sus ayudantes, los
Cíclopes. Tetis acude a él para que le forje las armas de Aquiles. De hecho, su
habilidad ya se había puesto de manifiesto en la fabricación del trono de oro
que había enviado a su madre. Ningún milagro técnico le resultaba imposible.
Físicamente
deforme, Hefesto había tenido sin embargo mujeres de gran belleza. En la Ilíada
se le atribuye a Cárite, la Gracia por excelencia. Hesíodo le da por esposa a
Áglae, la más joven de las Cárites. Pero sobre todo destacan sus aventuras con
Afrodita, contadas en la Odisea. Zeus lo había unido con ella, pero Afrodita se
convirtió en amante de Ares. Un día el Sol, que todo lo ve, descubrió a los dos
amantes tendidos uno al lado de otro, y fue a contárselo al marido. Éste no
dijo nada y preparó una red invisible, que la dispuso en torno al lecho de su
esposa. Cuando ella se encontró otra vez con Ares, la red se cerró,
inmovilizando a los dos amantes. Seguidamente, Hefesto llamó a todos los dioses
para que lo vieran. Afrodita huyó avergonzada, tan pronto se libró, ante las
carcajadas de los dioses.
La
tradición atribuye varios hijos a Hefesto: el Argonauta Palemón, Árdalo,
Perifete y Erictonio. También participó en la creación de Pandora, cuyo cuerpo
moldeó con barro. Por otro lado, contribuyó a castigar Prometeo clavándolo en
el Cáucaso como presa ofrecida a una águila que le roía el hígado.
El
culto a Hefesto
Hefesto
es el señor del elemento ígneo. Divinidad poderosa, combate ante Troya con la
llama y en la Gigantomaquia. Reina sobre los volcanes, que son sus talleres.
Afrodita es la diosa del amor
Iconografía
de Afrodita
En
el siglo VII a.c suele aparecer con corona y con suntuosos vestidos; pero desde
el siglo IV ya se la representa desnuda o casi, con un amplio repertorio de
posiciones.
Mitología
de Afrodita
El
nacimiento de Afrodita (Venus, en latín) ha sido transmitido según dos
versiones: es hija de Zeus y Dione (Afrodita Pandemo, la popular, según Plaón),
otra hija de Urano (Afrodita Urania, diosa del amor puro), cuyos órganos
sexuales, cortados por Crono, cayeron al mar y engendraron a la diosa. Apenas
salida del mar, los Céfiros la llevaron primero a Citera y luego a la costa de
Chipre, donde fue acogida por las Estaciones, vestida, ataviada y conducida por
ellas a la morada de los Inmortales.
Afrodita
se casó con Hefesto, el dios cojo de Lemnos, pero amaba a Ares, el dios de la
guerra. Según Homero, los dos amantes fueron sorprendidos de madrugada por el
Sol, que todo lo ve, y se lo contó a Hefesto. Éste preparó una trampa secreta,
una red mágica, que él sólo podía accionar. Cuando una noche los vio en el lecho,
activó la red y llamó a todos los demás dioses del Olimpo para que lo vieran.
El espectáculo estaba asegurado y todos se rieron de los dos amantes. Afrodita,
avergonzada, se marchó hacia Chipre. De los amores de Afrodita y Ares nacieron
Eros y Anteros, Deimo y Fobo y Harmonía (a veces se incorpora Príapo, dios de
Lámpsaco, protector de los jardines, en la lista, ya que una tradición itálica
considera Venus como la diosa de los jardines).
Otro
episodio conocido es el de Adonis. Cuando Mirra, convertida en árbol, dio a luz
a Adonis, Afrodita recogió al niño, que era muy bello, y lo confió a Perséfone.
Después, ésta se negó a devolverlo. El caso fue sometido a Zeus, quien decretó
que el joven permanecería un tercio de cada año con Perséfone, y los otros dos
tercios con Afrodita. Sin embArgo, malherido por un jabalí, tal vez víctima de
los celos de Ares, Adonis murió. La diosa también amó a Anquises y tuvo de él
dos hijos, Eneas y, según algunas versiones, Lirno.
También
son famosas las iras y maldiciones de Afrodita: castigó a las mujeres de Lemnos
porque no la honraban, impregnándolas de un olor insoportable, hasta el punto
que de que sus maridos las abandonaron; inspiró a Eos (la Aurora) un amor
irresistible por Orión, para castigarla por haber cedido a Ares; castigó
también a las hijas de Cíniras, en Pafos, obligándolas a prostituirse con
extranjeros.
Uno
de los episodios más frecuentes es el Juicio de Paris. Se cuenta que un día la
Discordia lanzó una manzana destinada a la más hermosa de las tres diosas,
Hera, Atenea y Afrodita. Zeus ordenó a Hermes que las condujese a las tres al
monte Ida de Tróade para que fuesen juzgadas por Alejandro, que más tarde debía
ser conocido como Paris. Cada una de las divinidades inició ante él un debate
vanagloriándose de su belleza y prometiéndole regalos: Hera, el reino del
universo; Atenea, hacerlo invencible en la guerra; Afrodita, la mano de Helena.
Fue elegida Afrodita, pero a raíz de esto se originó la Guerra de Troya.
Durante toda la campaña concedió su protección a los troyanos y, en particular,
a Paris, que lo salvó justo cuando éste se batió en combate con Menelao. Más
tarde protegió también a Eneas cuando iba a ser muerto por Diomedes. No
obstante, a pesar de que Afrodita no pudo evitar la caída de Troya ni la muerte
de Paris, logró conservar la raza troyana y que Eneas pudiera escapar de la
ciudad, junto con su padre Anquises y su hijo Julo, en busca de una tierra
donde crear una nueva patria. Es por esta razón que Roma tuvo por particular
protectora a Afrodita-Venus, que pasaba por ser la antepasada de los Julios,
los descendientes de Julo. Por eso César le erigió un templo.
Los
animales favoritos de la diosa eran las palomas -un tiro de estas aves
arrastraba su carro-. Sus plantas, la rosa y el mirto.
El
culto a Afrodita
Junto
con su hijo Eros, era la diosa del amor por excelencia. Según una filosofía
tardía, Platón diferenció dos tipos de diosa, la Afrodita Pandemo, la popular,
y la Urano, la diosa del amor puro. Para todos los pintores, es la excusa ideal
para representar el ideal de belleza.
Atenea.
Diosa guerrera. Considerada, como la diosa de la Razón y la Sabiduria.
Iconografía de Atenea
Se la representa con la armadura hoplítica, es decir, con
la lanza , el casco y la égida (especie de coraza de piel de cabra). En la
égide hay representada la cabeza de la gorgona Medusa, que le había dado
Perseo. Su animal favorito es la lechuza; su planta, el olivo. Alta, de rasgos
serenos, más majestuosa que bella, Atenea se la describe tradicionalmente como
la "diosa de ojos garzos".
Mitología de Atenea
Atenea (Minerva, en latín) es hija de Zeus y de Metis.
Ésta se hallaba encinta y a punto de dar a luz una hija, cuando Zeus se la
tragó. Lo hizo por consejo de Urano y de Gea, que le revelaron que si Metis
daba a luz una hija, a continuación tendría un hijo que arrebataría a Zeus el
imperio del cielo. Por esa razón, cuando llegó el momento del parto, el padre
ordenó a Hefesto que le partiese la cabeza con un hachazo. De la cabeza salió
Atenea, completamente armada, que profirió un grito de guerra que resonó en
cielo y tierra. El lugar donde nació se sitúa generalmente al borde del lago
Tritonis, en Libia.
Desempeñó un importante papel en la lucha contra los
Gigantes, dando muerte a Palante y Encélado. Una vez desollado el primero, se
hizo una coraza con su piel; respecto al segundo, lo persiguió hasta Sicilia,
donde lo inmovilizó arrojándole encima toda la isla. En la Ilíada participa en
la lucha al lado de los aqueos (desde que Paris, en el Ida, negó el premio a su
belleza, era hostil a los troyanos).También protege a Heracles en el combate,
armándolo cuando el héroe se dispuso a emprender sus trabajos, y le concedió
también las castañuelas de bronce con que asustó las aves del lago Estinfalo.
En pago, Heracles le dio las manzanas de oro de las Hespérides cuando Euristeo
se las hubo devuelto. También luchó a su lado contra los Gigantes.
En la Odisea, Ayudó a Ulises a volver a Ítaca, que le
prestaba su asistencia actuando por metamorfosis, adoptando la figura de varios
mortales. También envía sueños a Nausica para sugerirle que vaya al río a lavar
la ropa justo en el día en que sabe que Ulises abordará en la isla. Le confiere
además una belleza sobrenatural para impresionar a la joven en aquel encuentro,
que ha de proporcionar a Ulises un barco para regresar a su casa. Por otro
lado, ruega a Zeus a favor de su protegido y, además, es quien provoca la orden
dada a Calipso de dejar libre a Ulises y procurarle el medio de hacerse
nuevamente a la mar.
Había dedicado su talento a las artes de la paz, y en
Ática se le reconocían, entre otras más, la invención del aceite de oliva, además
de la introducción del olivo en el país, como regalo que había hecho en el
Ática para merecer que su pueblo la reconociese como soberana. No obstante,
antes de ello se disputó con Poseidón para la soberanía, y cada uno trató de
ofrecer al país el mejor regalo para acrecentar sus méritos. Poseidón hizo
surgir, de un golpe de tridente, un lago salado en la Acrópolis de Atenas;
Atenea hizo que brotase allí un olivo. Los doce dioses, que desempeñaron de
árbitros, confirieron la victoria a Atenea, y con ella la soberanía sobre el
Ática.
Atenea permaneció virgen, pero se cuenta que tuvo un
hijo. Había ido a visitar a Hefesto en su fragua para procurarse armas, y el
dios, quien había sido abandonado por Afrodita, se prendó de Atenea en cuanto
la vio y comenzó a perseguirla. Atenea huyó pero Hefesto, a pesar de ser cojo,
logró alcanzarla y la cogió en brazos. En su deseo, Hefesto mojó la pierna de
la diosa, la cual, asqueada, se secó con lana y tiró la inmundicia al suelo. De
la tierra así fecundada nació Erictonio, a quien Atenea consideró hijo suyo, lo
educó y quiso hacerle inmortal; lo encerró en un cofre, guardado por una
serpiente, y lo confirió a las hijas del rey de Atenas.
El culto a Atenea
Por la protección que concede a Ulises y a Heracles,
Atenea simboliza el auxilio aportado por el espíritu a la fuerza bruta y al
valor personal de los héroes. Por eso, es considerada en el mundo griego, sobre
todo en Atenas, su ciudad (a la que había dado su nombre), como la diosa de la
Razón. Preside las artes y la literatura (tiende a suplantar a las Musas). No
obstante, mantiene una relación más estrecha con la Filosofía que con la Poesía
y la Música. También es la protectora de las hilanderas, tejedoras,
bordadoras,..., en su carácter de diosa de la atividad inteligente. Con
frecuencia, era elegida como protectora y patrona de las ciudades. Además de
Atenas, contaba con templos como Esparta, Mégara, Argo, etc. En Troya era
objeto de un culto especial en forma de un ídolo muy antiguo llamado Paladio,
considerado como una garantía de la perennidad de una población.
Apolo. Dios del vaticinio y de la música.
Iconografía
de Apolo
Se
representaba a Apolo como un dios muy hermoso, alto, notable especialmente por
sus largos bucles negros de reflejos azulados, como los pétalos del pensamiento
(kouros). El arco es el arma por excelencia de Apolo.
Mitología
de Apolo
Apolo
es hijo de Zeus y Leto y hermano de la diosa Ártemisa. Por tanto, es un dios de
segunda generación. Zeus, celosa de Leto, había perseguido a la joven por toda
la Tierra. Cansada de escapar de la ira de la esposa de Zeus, Leto buscaba un
sitio donde dar a luz a los hijos que llevaba en su seno, pero tenía el
problema de que la tierra se negaba a acogerla, temiendo la cólera de Hera.
Sólo una isla flotante y estéril, llamada Ortigia, o tal vez Asteria, (la Isla
de las Codornices), consintió en dar asilo a la desventurada. Fue en este lugar
donde nació Apolo. Agradecido, el dios fijó la isla en el centro del mundo
griego y le dio el nombre de Delos la "brillante".
Al
pie de una palmera, el único árbol en toda la isla, Leto aguardó el parto
durante nueve días y nueve noches, pues Hera retenía a su lado a Ilítia, la
divinidad que preside los partos felices. Todas las diosas, en especial Atenea,
se hallaban junto a Leto, pero nada podían hacer en su favor. No obstante, Iris
fue al Olimpo a rogar a Hera el alumbramiento ofreciéndole un collar de oro y
ámbar de un espesor de nueve codos. A este precio, Hera consintió a Ilítia que
finalmente descendiese del Olimpo y se encargue del parto. Leto dio a luz
primero a Ártemisa, y después, con ayuda de ésta, a Apolo. En el momento de su
nacimiento, unos cisnes sagrados volaron sobre la isla dando siete vueltas a su
alrededor -pues era el séptimo del día del mes-.
Después
del parto, Zeus envió regalos a su hijo: una mitra de oro, una lira y un carro
tirado por cisnes. Luego le ordenó que fuese a Delfos, pero los cisnes lo
condujeron primero a su país, en la tierra de los Hiperbóreos, los cuales viven
bajo un cielo siempre puro y que han consagrado a Apolo un culto que celebran
sin cesar. Pues fue allí donde el dios permaneció durante un año, siendo
homenajeado, y regresó después a Grecia, llegando a Delfos en pleno verano, en
medio de fiestas y cantos. Incluso la naturaleza lo festeja. De este modo, se
celebraba con hecatombes todos los años en Delfos la venida del dios.
Apolo
mató en Delfos a Pitón (o Delfine), un dragón encargado de proteger un antiguo
oráculo de Temis, pero que se entregaba a toda clase de desmanes en el país
(enturbiaba los manantiales y los arroyos, robaba los ganados y los aldeanos,
asolaba la fértil llanura de Crisa y asustaba a las Ninfas). En recuerdo de su
hazaña, o tal vez para aplacar la cólera del monstruo después de muerto, Apolo
fundó en su honor unos juegos fúnebres, los Juegos Píticos, celebrados en
Delfos. Después se apoderó del oráculo de Temis y consagró un trípode en el santuario
(el trípode es uno de los emblemas de Apolo y la Pitia, sentada sobre él, pronuncia
sus oráculos). En honor a la victoria del dios, los habitantes de Delfos
cantaron el péan, un himno en honor de Apolo. Pero una vez muerto el dragón,
Apolo tuvo que ir hasta el valle de Tempe en Tesalia para purificarse de la
mancha de tal muerte. Pues bien, cada ocho años se celebraba en Delfos una
solemne fiesta conmemorando el exterminio de Pitón y la purificación de Apolo.
De
aspecto hermoso, Apolo tuvo numerosos amoríos con Ninfas y con mortales. Así,
amó a la ninfa Dafne, hija del dios-río Peneo, en Tesalia. La ninfa no
correspondía a sus dioses y huyó a las montañas. Apolo la perseguía, y cuando
estuvo a punto de alcanzarla, Dafne dirigió una plegaria a su padre,
suplicándole que la metamorfosease para permitirle escapar de los abrazos del
dios. Su padre consintió en ello y la transformó en laurel, el árbol consagrado
a Apolo.
El
dios tuvo más amoríos: con la ninfa Cirene, que engendró al semidiós Aristeo;
con Talía, una de las Musas, obtuvo la paternidad de los Coribantes, que eran
demonios del cortejo de Dionisio; con Urania, que engendró a los músicos Lino y
Orfeo; otra de sus conocidas aventuras es la que concierne al nacimiento de
Asclepio; con Marpesa, hija de Evenno; con Casandra, hija de Príamo; con
Hécuba, madre de Casandra y esposa de Príamo, y le dio un hijo, Troilo; etc.
Sin embArgo, Apolo no limitó sus amores a mujeres, sino que también amó a
muchachos: Hiacinto y Cipáriso, entre los más célebres.
A
veces Apolo aparece como pastor por cuenta propia. Sus bueyes le fueron robados
por Hermes joven. Apolo recuperó su propiedad en el monte Cileno, pero se dice
que el pequeño había inventado la lira; Apolo quedó tan impresionado con
el invento que cedió a Hermes sus rebaños a cambio del instrumento. Al inventar
luego la flauta, Apolo se la compró por una vara de oro (el "caduceo"
de Hermes) y además le enseñó el arte adivinatorio. De hecho, la flauta
interviene en las leyendas apolíneas, como la historia de Marsias, un sátiro
que retó a Apolo con la pretensión de que era mejor músico con su flauta que el
dios con la lira. Marsias fue vencido y Apolo lo desolló después de colgarlo de
un pino.
Como
dios de la música y la poesía, era representado en el monte Parnaso donde
presidía los concursos de las Musas. Pero aparte de ser dios de la música,
poesía, vaticinio, pastoral e íntimamente unido con la vegetación y la
Naturaleza, Apolo era además un dios guerrero capaz de enviar, con su arco y
sus flechas, una muerte rápida y dulce, como su hermana Ártemis. En la Ilíada
lucha en favor de los troyanos contra los griegos, protege a Paris en la
batalla, y a su intervención, directa o indirecta, se atribuye la muerte de
Aquiles.
Ciertos
animales consagrados a Apolo: el lobo, a veces ofrecido en sacrificio y cuya
imagen se asocia frecuentemente a la suya en las monedas; el corzo o la cierva,
que también figuran en el culto de Ártemis; el cisne, el milano, el buitre y el
cuervo, cuyo vuelo daba presagios, entre las aves; el delfín (su nombre es
parecido al de Delfos), entre los animales marinos. La planta apolinea por
excelencia era la planta -de hecho, la Pitia, en sus trances proféticos,
mascaba una hoja de laurel-.
El culto a Apolo
Conservamos
una oración a apolo: "¡Oh, Apolo! Te suplico que seas propicio a la paz,
la larga vida y la salud de toda esta familia, y que seas igualmente propicio a
la paz de mi hijo". Sus oráculos se expresaban, en general, en fórmulas
versificadas y se creía que inspiraba tanto a los adivinos como a los poetas.
Comparte esta función inspiradora con Dionisio, pero la apolínea se distingue
de la dionisíaca por su carácter más mesurado. A poco a poco se convirtió en el
dios de la religión órfica, y a su nombre se asoció todo un sistema mitad
religioso, mitad moral, que prometía a sus iniciados la salvación y la vida
eterna. Apolo pasó por ser el padre de Pitágoras, nombre con el cual se ponen
frecuentemente en relación doctrinas afines.
Ártemisa.
Diosa
de la caza, señora de las fieras, protectora de los animales salvajes.
Iconografía de Ártemisa
Virgen y eternamente joven, es una diosa muy femenina,
atractiva de por sí. Se la representa normalmente cazando, rodeada de animales
salvajes y animales de caza. También suele representarse a veces con una
antorcha lunar, según la asimilación de la diosa como personificación de la
Luna.
Mitología de Ártemis o Artemisa
Ciertas tradiciones atribuyen a la diosa como hija de
Deméter, pero normalmente es considerada como hermana gemela de Apolo e hija de
Leto y Zeus. Nació en Delos, antes que Apolo, y tan pronto como nació ayudó a
venir al mundo a su hermano.Permaneció virgen eternamente joven, y es el prototipo de
la doncella arisca, que se complacía sólo en la caza. Va armada, como su
hermano, de un arco, del que se sirve contra los ciervos y también contra los
humanos. Ella es quien envía a las mujeres que mueren de parto el mal que se
las lleva. Sus flechas conllevan la muerte repentina, sobre todo las indoloras.
Vengativa, fueron muchas las víctimas que sufrieron su cólera. Uno de sus
primeros actos fue dar muerte, junto con su hermano, a los hijos de Níobe.
Tomó parte en el combate contra los Gigantes. Derribó,
con ayuda de Heracles, el gigante Gratión. También causó la pérdida de otros
dos monstruos, los Alóadas y el Búfago, devorador de bueyes, en Arcadia. En
todo caso, entre las víctimas de Ártemis cabe destacar Orión, el cazador
gigante. El motivo que le impulsó a matarlo difiere según las tradiciones: o
bien Orión incurrió en la ira de la diosa por haberla desafiado a lanzar el
disco, o por haber tratado de raptar a una de sus compañeras, Opis, que había
mandado venir del país de los Hiperbóreos, o bien Orión había tratado de violar
a la propia Ártemisa, por lo cual ella le envió un escorpión que con su
picadura lo mató. Destaca también la muerte de otro cazador, la de Acteón, hijo
de Aristeo, también la de Meleagro. Por haberse olvidado Eneo de sacrificar a
Ártemisa cuando ofrendaba a todos los dioses las primicias de sus cosechas, la
diosa envió contra su país un jabalí enorme. También destaca la muerte de Calisto,
fruto de un flechazo a petición de Hera, para castigarla por haberse dejado
seducir por Zeus. En definitiva, todas estas leyendas son relatos de cacería
que presentan a la diosa salvaje, de bosques y montañas, cuyos compañeros
habituales son fieros.
Por otro lado, uno de los trabajos de Heracles narra cómo
el héroe había recibido de Euristeo la orden de traerle el ciervo de cuernos de
oro consagrado. Heracles, que no quería herir ni matar al sagrado animal, lo
persiguió durante todo un año, pero luego, cansado, lo mató. Inmediatamente
aparecieron Ártemis y Apolo para pedirle cuentas, y el héroe logró apaciguarles
cargando a Euristeo la responsabilidad de aquella persecución.
La cólera de la diosa también la recibió la familia de
Ifigenia. Ya venía de lejos, pero fue renovada por unas palabras imprudentes de
Agamenón, quien, habiendo cazado un ciervo, exclamó: "¡Ni la propia
Ártemisa podría haberlo matado así!". La diosa envió entonces una bonanza
que inmovilizó toda la flota, y Tiresias, el adivino, reveló la causa del
contratiempo y el único remedio, inmolar Ifigenia a Ártemis, la hija doncella
del rey. Pero Ártemis no aceptó el sacrificio
El culto a Ártemisa
Era honrada en todas las regiones montañosas y agrestes
de Grecia. Su más célebre santuario era el de Éfeso, donde la diosa había
asimilado una antiquísima divinidad asiática de la fencundiad. No obstante, fue
asimilada por los antiguos como personificación de la Luna que anda errante por
las montañas, del mismo modo que Apolo como personificación del Sol. Por otro
lado, en el panteón helénico, la diosa ocupó el lugar de la "Señora de las
Fieras", reveladda por los monumentos religiosos cretenses. También
hacíase de Ártemis la protectora de las Amazonas, guerreras y cazadoras como
ella, e independientes del yugo del hombre.
Arból Genealogico
Coversion al Panteon Romano
Espero que sea de su agrado
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