jueves, 2 de abril de 2015

Panteon Griego:Los dioses del Olimpo, Parte 2

Donde miremos hay frescor de luces de dioses y de Budas. 


Masaoka Shiki


Usted puede quitarle al hombre sus dioses, sólo dándole otros.

Carl Jung


    Ares. El dios de la guerra por excelencia.


 






Iconografía de Ares

     Se representa con coraza y casco, y armado de escudo, lanza y espada. Su talla es sobrehumana y profiere gritos terrribles. Generalmente se le representa combatiendo a pie, pero también se ve sobre un carro tirado por cuatro corceles. Los animales consagrados son el perro y el buitre, y suelen estar presentes en las representaciones del dios.


Mitología de Ares

     Ares (Marte, en latín), era hijo de Zeus y Hera y, por eso, pertenece a la segunda generación de los Olímpicos, a diferencia de sus hermanas Hebe e Ilitía, que son divinidades secundarias. Desde la época homérica, El aparece como el espíritu de la Batalla, que goza en matanza y sangre. En el caso de la Guerra de Troya, combatió casi siempre a favor de los troyanos. Sin embargo, como que le importa poco la justicia de la causa que defiende, a veces ayuda a los aqueos. Armado de pies a cabezas, generalmente lo acompañan demonios, que le sirven de escuderos, en particular Deimo y Fobo (el Temor y el Terror), que son hijos suyos, y también a Éride (la Discordia) y Enio. Según las fuentes, Ares habitaría en Tracia, un país semisalvaje de clima rudo, rico en caballos y recorrido por poblaciones guerreras. Según cierta tradición, el pueblo de las Amazonas, hijas de Ares, también moran allí.

La mayoría de los mitos en los que interviene son narraciones de combates, pero no siempre el dios sale vencedor. Parece como si los griegos, desde la época de Homero, se hayan complacido en mostrar la fuerza bruta de Ares contenida o burlada por la más inteligente de Heracles o por la viril prudencia de Atenea. Por ejemplo, en la batalla de Troya, Ares combatía al lado de Héctor, que se encontró frente a frente con Diomedes. Atenea interviene y se las compone de modo que desvía la lanza del dios, el cual es herido por Diomedes. Después de un alarido espantoso que oye todo el ejército, el dios huye al Olimpo para que le cure Zeus. Otro infortunio de Ares es su encarcelamiento por los Alóadas, que lo tuvieron, durante trece meses, encadenado y encerrado en una vasija de bronce.

     Aparte de las historias de combate, la leyenda atribuye, también muchas aventuras amorosas. La más célebre, sin duda, es la que nos lo presenta unido clandestinamente con Afrodita, aunque tuvo muchos hijos con mujeres mortales. La mayoría de ellos fueron hombres violentos, inhospitalarios, que agredían a los caminantes, los mataban o se entregaban a actos de crueldad. Tuvo con Pirene tres hijos: Cicno, Diomedes de Tracia y Licaón -los tres murieron a manos de Heracles-. A veces se le atribuye la paternidad de Meleagro y la de Driante.

El culto a Ares

     En la propia Grecia, era objeto de un culto particular en Tebas, donde se lo consideraba antepasado de los descendientes de Cadmo. Allí poseía un manantial, guardado por un dragón que era hijo suyo. Cuando Cadmo quiso coger agua, a fin de realizar un sacrificio, el dragón trató de impedírselo. Cadmo lo mató, pero luego hubo de expiar ese delito sirviendo a Ares durante ocho años en calidad de esclavo.
 
    Hermes. El dios de los viajes, el mensajero de los dioses










Iconografía de Hermes

     Se le representa calzado con sandalias aladas, cubriéndose la cabeza con un sombrero de ala ancha (el pétaso) y empuñando el caduceo (una vara de oro), símbolo de sus funciones de heraldo de los dioses. Con frecuencia lleva un cordero a hombros ("Hermes Crióforo"). Puede aparecer con la lira la flauta (o siringa), instrumentos que inventó.



Mitología de Hermes

     Hijo de Zeus y Maya, la más pequeña de las Pléyades. Nació en una caverna del monte Cileno, al sur de Arcadia. Maya lo había concebido por obra de Zeus en plena noche, mientras dormían los dioses y los hombres. Hermes vino al mundo el cuarto día del mes, y este día le quedó consagrado, su nacimiento fue normal pero ya daba muestras de una precocidad extraordinaria: consiguió desatarse de las bandas con que se envolvía a los recién nacidos y escapar hasta Tesalia, donde su hermano Apolo pastoreaba los rebaños de Admeto. Mientras Apolo, distraído con su amor por el hijo de Magnes, Himeneo, descuidaba sus deberes de pastor, Hermes le robó parte del ganado. Luego, atando una rama a la cola de cada uno de los animales (o según otras leyendas calzándoles zuecos), se los llevó atravesando Grecia, hasta una caverna de Pilos. Sólo había sido visto por un anciano llamado Bato, único testigo cuyo silencio intentó comprar. En Pilos, Hermes sacrificó dos de los animales robados, dividiéndolos en doce partes, una para cada uno de los doce dioses. Luego, después de ocultar el resto del rebaño, huyó a su gruta del Cileno. Al llegar a ella encontró en la entrada una tortuga; que vació y tesó sobre la cavidad de la concha unas cuerdas fabricadas con los intestinos de los bueyes que había sacrificado; de este modo quedó construida la primera lira.

     Mientras tanto, Apolo andaba buscando sus bestias por todas partes. Por fin llegó a Pilos, donde Bato le descubrió el escondite. Se decía también que Apolo había averiguado toda la historia gracias a su arte adivinatorio, observando el vuelo de las aves. Se trasladó entonces al monte Cileno y se quejó a Maya de los robos de Hermes su hijo; pero Maya le mostró al niño, envuelto en sus pañales, y le preguntó cómo era posible que profiriese contra él una acusación semejante. Entonces Apolo requirió la presencia de Zeus, el cual ordenó al niño que restituyese los animales robados, pese a sus protestas de inocencia. Sin embargo, Apolo había visto la lira en la gruta del Cileno, y oído los sonidos que Hermes obtenía de ella. Seducido, cambió su ganado por el instrumento.

Algo más tarde, Hermes, guardando los rebaños que había adquirido como se ha dicho, inventó la flauta (la siringa o flauta de Pan). Apolo quiso comprarle este nuevo instrumento musical y le ofreció en pago el cayado de oro que utilizaba para guardar las manadas de Admeto. Hermes le pidió, además, lecciones de arte adivinatoria. Apolo aceptó el trato, y de aquí que la vara de oro (el caduceo) figure entre los atributos e Hermes. Éste aprendió también a adivinar el porvenir sirviéndose de pequeños guijarros. Zeus, satisfecho de la habilidad y actividad de su último retoño, lo nombró su heraldo, consagrándolo particularmente a su servicio personal y al de los dioses infernales, Hades y Perséfone.

     Estos mitos de infancia de Hermes son los únicos en que este personaje desempeña el papel principal. En las leyendas, lo más corriente es que intervenga como figura secundaria, cual agente de la divinidad, protector de los héroes, etc. En la Gigantomaquia va cubierto con el casco de Hades, que convierte en ser invisible al que lo lleva; gracias a ello puede matar al gigante Hipólito. En la lucha de los dioses contra los Alóadas, salva a Ares sacándolo de la vasija de bronce en la que los dos gigantes lo habían metido. También Hermes, de modo análogo, salva a Zeus cuando lucha contra Tifón, logrando quitar al monstruo los tendones del dios, que Tifón había escondido en una piel de oso y cuya custodia había confiado a un dragón, Delfine, mitad mujer mitad serpiente. Sin ser visto por su enemigo, consigue, con la ayuda de Pan, volver a unir los tendones al cuerpo de Zeus, dándole con ello la posibilidad de proseguir el combate. Su intervención en todas estas aventuras se debe a su habilidad.

El culto a Hermes

Pasaba por ser el dios del comercio y también del robo. Guiaba a los viajeros por los caminos. Velaba por los pastores. Acompañaba a los Infiernos a las almas de los difuntos, función que le valía el nombre de Psicopompo, el Acompañante de las almas. Se le consagra el cuarto día del mes, día e su nacimiento.




Hefesto. El dios del fuego, de los metales y la metalurgia.




   

Iconografía de Hefesto

     Físicamente deforme, se le representa normalmente en su taller trabajando los metales nobles con sus ayudantes, los Cíclopes. A veces se le representa con un mazo de hierro incandescente en la mano.

Mitología de Hefesto

     Hefesto (Vulcano, en latín), hijo de Zeus y de Hera, pero hay otras tradiciones. En la hesiódica se pretende que Hera lo engendró sola, despechada por el nacimiento de Atenea, que Zeus había traído al mundo sin intervención de mujer, y que luego Hera lo confió a Cedalión de Naxos para que le enseñase a trabajar los metales. Otra tradición, la cretense, considera a Hefesto como hijo de Talos, el cual lo era de Cres, el héroe epónimo de la isla. Según esta tradición Radamantis era hijo de Hefesto.

     Hefesto es un dios cojo y hay varias explicaciones de ello. En la Ilíada, la más corriente, se dice que Hera disputaba con Zeus acerca de Heracles y Hefesto salió a defender a su madre, pero Zeus lo cogió por un pie y lo precipitó furea del Olimpo. Hefesto estuvo cayendo un día entero, hasta que al final dio en la isla de Lemnos, donde quedó maltrecho, casi sin respiración. Fue recogido por un pueblo tracio, los Sintios, quienes lo reanimaron, pero quedó cojo para siempre. Otra leyenda se narra también en la Ilíada: Hefesto ya era cojo de nacimiento y su madre, avergonzada, decidió ocultarlo a la vista de las demás divinidades y lo arrojó desde lo alto del Olimpo. Cayó en el Océano, donde fue recogido por Tetis y Eurínome, que le salvaron la vida y lo criaron durante nueve años en una gruta submarina. En el transcurso de estos años forjó y fabricó para ellas numerosas joyas y siempre les estuvo agradecido por sus bondades. Pues bien, se ha intentado conciliar estas dos versiones imaginando que Hefesto, lanzado por Zeus, no había caído en Lemnos, sino en el mar, donde había sido recogido por las diosas marinas.

     Para vengarse de su madre por haberle precipitado desde lo alto, Hefesto fabricó en secreto un trono de oro, en el que unas cadenas sujetaban al que se sentase en él, y lo envió a Hera. Ésta se quedó sentada y no pudo librarse, sin que nadie supiera el modo de librarla. En consecuencia, los dioses accedieron a liberar a Hera: se encargó a Dionisio, quien gozaba de la confianza de Hefesto, la misión de ir en su busca y, para convencerlo, lo embriagó. Hefesto llegó e el Olimpo montado en un asno y, una vez allí, la desató.

     Hefesto es el señor del elemento ígneo. Divinidad poderosa, combate ante Troya con la llama, del mismo modo que en la Gigantomaquia había dado muerte al gigante Clitio golpeándolo con un mazo de hierro incandescente. Reina sobre los volcanes, que son sus talleres, y en ellos trabaja con sus ayudantes, los Cíclopes. Tetis acude a él para que le forje las armas de Aquiles. De hecho, su habilidad ya se había puesto de manifiesto en la fabricación del trono de oro que había enviado a su madre. Ningún milagro técnico le resultaba imposible.

     Físicamente deforme, Hefesto había tenido sin embargo mujeres de gran belleza. En la Ilíada se le atribuye a Cárite, la Gracia por excelencia. Hesíodo le da por esposa a Áglae, la más joven de las Cárites. Pero sobre todo destacan sus aventuras con Afrodita, contadas en la Odisea. Zeus lo había unido con ella, pero Afrodita se convirtió en amante de Ares. Un día el Sol, que todo lo ve, descubrió a los dos amantes tendidos uno al lado de otro, y fue a contárselo al marido. Éste no dijo nada y preparó una red invisible, que la dispuso en torno al lecho de su esposa. Cuando ella se encontró otra vez con Ares, la red se cerró, inmovilizando a los dos amantes. Seguidamente, Hefesto llamó a todos los dioses para que lo vieran. Afrodita huyó avergonzada, tan pronto se libró, ante las carcajadas de los dioses.

     La tradición atribuye varios hijos a Hefesto: el Argonauta Palemón, Árdalo, Perifete y Erictonio. También participó en la creación de Pandora, cuyo cuerpo moldeó con barro. Por otro lado, contribuyó a castigar Prometeo clavándolo en el Cáucaso como presa ofrecida a una águila que le roía el hígado.

El culto a Hefesto

     Hefesto es el señor del elemento ígneo. Divinidad poderosa, combate ante Troya con la llama y en la Gigantomaquia. Reina sobre los volcanes, que son sus talleres.
 


Afrodita es la diosa del amor







Iconografía de Afrodita

     En el siglo VII a.c suele aparecer con corona y con suntuosos vestidos; pero desde el siglo IV ya se la representa desnuda o casi, con un amplio repertorio de posiciones.

Mitología de Afrodita

     El nacimiento de Afrodita (Venus, en latín) ha sido transmitido según dos versiones: es hija de Zeus y Dione (Afrodita Pandemo, la popular, según Plaón), otra hija de Urano (Afrodita Urania, diosa del amor puro), cuyos órganos sexuales, cortados por Crono, cayeron al mar y engendraron a la diosa. Apenas salida del mar, los Céfiros la llevaron primero a Citera y luego a la costa de Chipre, donde fue acogida por las Estaciones, vestida, ataviada y conducida por ellas a la morada de los Inmortales.

     Afrodita se casó con Hefesto, el dios cojo de Lemnos, pero amaba a Ares, el dios de la guerra. Según Homero, los dos amantes fueron sorprendidos de madrugada por el Sol, que todo lo ve, y se lo contó a Hefesto. Éste preparó una trampa secreta, una red mágica, que él sólo podía accionar. Cuando una noche los vio en el lecho, activó la red y llamó a todos los demás dioses del Olimpo para que lo vieran. El espectáculo estaba asegurado y todos se rieron de los dos amantes. Afrodita, avergonzada, se marchó hacia Chipre. De los amores de Afrodita y Ares nacieron Eros y Anteros, Deimo y Fobo y Harmonía (a veces se incorpora Príapo, dios de Lámpsaco, protector de los jardines, en la lista, ya que una tradición itálica considera Venus como la diosa de los jardines).

      Otro episodio conocido es el de Adonis. Cuando Mirra, convertida en árbol, dio a luz a Adonis, Afrodita recogió al niño, que era muy bello, y lo confió a Perséfone. Después, ésta se negó a devolverlo. El caso fue sometido a Zeus, quien decretó que el joven permanecería un tercio de cada año con Perséfone, y los otros dos tercios con Afrodita. Sin embArgo, malherido por un jabalí, tal vez víctima de los celos de Ares, Adonis murió. La diosa también amó a Anquises y tuvo de él dos hijos, Eneas y, según algunas versiones, Lirno.

      También son famosas las iras y maldiciones de Afrodita: castigó a las mujeres de Lemnos porque no la honraban, impregnándolas de un olor insoportable, hasta el punto que de que sus maridos las abandonaron; inspiró a Eos (la Aurora) un amor irresistible por Orión, para castigarla por haber cedido a Ares; castigó también a las hijas de Cíniras, en Pafos, obligándolas a prostituirse con extranjeros.

     Uno de los episodios más frecuentes es el Juicio de Paris. Se cuenta que un día la Discordia lanzó una manzana destinada a la más hermosa de las tres diosas, Hera, Atenea y Afrodita. Zeus ordenó a Hermes que las condujese a las tres al monte Ida de Tróade para que fuesen juzgadas por Alejandro, que más tarde debía ser conocido como Paris. Cada una de las divinidades inició ante él un debate vanagloriándose de su belleza y prometiéndole regalos: Hera, el reino del universo; Atenea, hacerlo invencible en la guerra; Afrodita, la mano de Helena. Fue elegida Afrodita, pero a raíz de esto se originó la Guerra de Troya. Durante toda la campaña concedió su protección a los troyanos y, en particular, a Paris, que lo salvó justo cuando éste se batió en combate con Menelao. Más tarde protegió también a Eneas cuando iba a ser muerto por Diomedes. No obstante, a pesar de que Afrodita no pudo evitar la caída de Troya ni la muerte de Paris, logró conservar la raza troyana y que Eneas pudiera escapar de la ciudad, junto con su padre Anquises y su hijo Julo, en busca de una tierra donde crear una nueva patria. Es por esta razón que Roma tuvo por particular protectora a Afrodita-Venus, que pasaba por ser la antepasada de los Julios, los descendientes de Julo. Por eso César le erigió un templo.

     Los animales favoritos de la diosa eran las palomas -un tiro de estas aves arrastraba su carro-. Sus plantas, la rosa y el mirto.

El culto a Afrodita

     Junto con su hijo Eros, era la diosa del amor por excelencia. Según una filosofía tardía, Platón diferenció dos tipos de diosa, la Afrodita Pandemo, la popular, y la Urano, la diosa del amor puro. Para todos los pintores, es la excusa ideal para representar el ideal de belleza.


 
Atenea.
Diosa guerrera. Considerada, como la diosa de la Razón y la Sabiduria.



   

Iconografía de Atenea

     Se la representa con la armadura hoplítica, es decir, con la lanza , el casco y la égida (especie de coraza de piel de cabra). En la égide hay representada la cabeza de la gorgona Medusa, que le había dado Perseo. Su animal favorito es la lechuza; su planta, el olivo. Alta, de rasgos serenos, más majestuosa que bella, Atenea se la describe tradicionalmente como la "diosa de ojos garzos".

Mitología de Atenea

     Atenea (Minerva, en latín) es hija de Zeus y de Metis. Ésta se hallaba encinta y a punto de dar a luz una hija, cuando Zeus se la tragó. Lo hizo por consejo de Urano y de Gea, que le revelaron que si Metis daba a luz una hija, a continuación tendría un hijo que arrebataría a Zeus el imperio del cielo. Por esa razón, cuando llegó el momento del parto, el padre ordenó a Hefesto que le partiese la cabeza con un hachazo. De la cabeza salió Atenea, completamente armada, que profirió un grito de guerra que resonó en cielo y tierra. El lugar donde nació se sitúa generalmente al borde del lago Tritonis, en Libia.

     Desempeñó un importante papel en la lucha contra los Gigantes, dando muerte a Palante y Encélado. Una vez desollado el primero, se hizo una coraza con su piel; respecto al segundo, lo persiguió hasta Sicilia, donde lo inmovilizó arrojándole encima toda la isla. En la Ilíada participa en la lucha al lado de los aqueos (desde que Paris, en el Ida, negó el premio a su belleza, era hostil a los troyanos).También protege a Heracles en el combate, armándolo cuando el héroe se dispuso a emprender sus trabajos, y le concedió también las castañuelas de bronce con que asustó las aves del lago Estinfalo. En pago, Heracles le dio las manzanas de oro de las Hespérides cuando Euristeo se las hubo devuelto. También luchó a su lado contra los Gigantes.

En la Odisea, Ayudó a Ulises a volver a Ítaca, que le prestaba su asistencia actuando por metamorfosis, adoptando la figura de varios mortales. También envía sueños a Nausica para sugerirle que vaya al río a lavar la ropa justo en el día en que sabe que Ulises abordará en la isla. Le confiere además una belleza sobrenatural para impresionar a la joven en aquel encuentro, que ha de proporcionar a Ulises un barco para regresar a su casa. Por otro lado, ruega a Zeus a favor de su protegido y, además, es quien provoca la orden dada a Calipso de dejar libre a Ulises y procurarle el medio de hacerse nuevamente a la mar.

     Había dedicado su talento a las artes de la paz, y en Ática se le reconocían, entre otras más, la invención del aceite de oliva, además de la introducción del olivo en el país, como regalo que había hecho en el Ática para merecer que su pueblo la reconociese como soberana. No obstante, antes de ello se disputó con Poseidón para la soberanía, y cada uno trató de ofrecer al país el mejor regalo para acrecentar sus méritos. Poseidón hizo surgir, de un golpe de tridente, un lago salado en la Acrópolis de Atenas; Atenea hizo que brotase allí un olivo. Los doce dioses, que desempeñaron de árbitros, confirieron la victoria a Atenea, y con ella la soberanía sobre el Ática.

     Atenea permaneció virgen, pero se cuenta que tuvo un hijo. Había ido a visitar a Hefesto en su fragua para procurarse armas, y el dios, quien había sido abandonado por Afrodita, se prendó de Atenea en cuanto la vio y comenzó a perseguirla. Atenea huyó pero Hefesto, a pesar de ser cojo, logró alcanzarla y la cogió en brazos. En su deseo, Hefesto mojó la pierna de la diosa, la cual, asqueada, se secó con lana y tiró la inmundicia al suelo. De la tierra así fecundada nació Erictonio, a quien Atenea consideró hijo suyo, lo educó y quiso hacerle inmortal; lo encerró en un cofre, guardado por una serpiente, y lo confirió a las hijas del rey de Atenas.

El culto a Atenea

     Por la protección que concede a Ulises y a Heracles, Atenea simboliza el auxilio aportado por el espíritu a la fuerza bruta y al valor personal de los héroes. Por eso, es considerada en el mundo griego, sobre todo en Atenas, su ciudad (a la que había dado su nombre), como la diosa de la Razón. Preside las artes y la literatura (tiende a suplantar a las Musas). No obstante, mantiene una relación más estrecha con la Filosofía que con la Poesía y la Música. También es la protectora de las hilanderas, tejedoras, bordadoras,..., en su carácter de diosa de la atividad inteligente. Con frecuencia, era elegida como protectora y patrona de las ciudades. Además de Atenas, contaba con templos como Esparta, Mégara, Argo, etc. En Troya era objeto de un culto especial en forma de un ídolo muy antiguo llamado Paladio, considerado como una garantía de la perennidad de una población.




    Apolo. Dios del vaticinio y de la música.




Iconografía de Apolo

     Se representaba a Apolo como un dios muy hermoso, alto, notable especialmente por sus largos bucles negros de reflejos azulados, como los pétalos del pensamiento (kouros). El arco es el arma por excelencia de Apolo.

Mitología de Apolo

     Apolo es hijo de Zeus y Leto y hermano de la diosa Ártemisa. Por tanto, es un dios de segunda generación. Zeus, celosa de Leto, había perseguido a la joven por toda la Tierra. Cansada de escapar de la ira de la esposa de Zeus, Leto buscaba un sitio donde dar a luz a los hijos que llevaba en su seno, pero tenía el problema de que la tierra se negaba a acogerla, temiendo la cólera de Hera. Sólo una isla flotante y estéril, llamada Ortigia, o tal vez Asteria, (la Isla de las Codornices), consintió en dar asilo a la desventurada. Fue en este lugar donde nació Apolo. Agradecido, el dios fijó la isla en el centro del mundo griego y le dio el nombre de Delos la "brillante".

     Al pie de una palmera, el único árbol en toda la isla, Leto aguardó el parto durante nueve días y nueve noches, pues Hera retenía a su lado a Ilítia, la divinidad que preside los partos felices. Todas las diosas, en especial Atenea, se hallaban junto a Leto, pero nada podían hacer en su favor. No obstante, Iris fue al Olimpo a rogar a Hera el alumbramiento ofreciéndole un collar de oro y ámbar de un espesor de nueve codos. A este precio, Hera consintió a Ilítia que finalmente descendiese del Olimpo y se encargue del parto. Leto dio a luz primero a Ártemisa, y después, con ayuda de ésta, a Apolo. En el momento de su nacimiento, unos cisnes sagrados volaron sobre la isla dando siete vueltas a su alrededor -pues era el séptimo del día del mes-.

     Después del parto, Zeus envió regalos a su hijo: una mitra de oro, una lira y un carro tirado por cisnes. Luego le ordenó que fuese a Delfos, pero los cisnes lo condujeron primero a su país, en la tierra de los Hiperbóreos, los cuales viven bajo un cielo siempre puro y que han consagrado a Apolo un culto que celebran sin cesar. Pues fue allí donde el dios permaneció durante un año, siendo homenajeado, y regresó después a Grecia, llegando a Delfos en pleno verano, en medio de fiestas y cantos. Incluso la naturaleza lo festeja. De este modo, se celebraba con hecatombes todos los años en Delfos la venida del dios.

     Apolo mató en Delfos a Pitón (o Delfine), un dragón encargado de proteger un antiguo oráculo de Temis, pero que se entregaba a toda clase de desmanes en el país (enturbiaba los manantiales y los arroyos, robaba los ganados y los aldeanos, asolaba la fértil llanura de Crisa y asustaba a las Ninfas). En recuerdo de su hazaña, o tal vez para aplacar la cólera del monstruo después de muerto, Apolo fundó en su honor unos juegos fúnebres, los Juegos Píticos, celebrados en Delfos. Después se apoderó del oráculo de Temis y consagró un trípode en el santuario (el trípode es uno de los emblemas de Apolo y la Pitia, sentada sobre él, pronuncia sus oráculos). En honor a la victoria del dios, los habitantes de Delfos cantaron el péan, un himno en honor de Apolo. Pero una vez muerto el dragón, Apolo tuvo que ir hasta el valle de Tempe en Tesalia para purificarse de la mancha de tal muerte. Pues bien, cada ocho años se celebraba en Delfos una solemne fiesta conmemorando el exterminio de Pitón y la purificación de Apolo.

     De aspecto hermoso, Apolo tuvo numerosos amoríos con Ninfas y con mortales. Así, amó a la ninfa Dafne, hija del dios-río Peneo, en Tesalia. La ninfa no correspondía a sus dioses y huyó a las montañas. Apolo la perseguía, y cuando estuvo a punto de alcanzarla, Dafne dirigió una plegaria a su padre, suplicándole que la metamorfosease para permitirle escapar de los abrazos del dios. Su padre consintió en ello y la transformó en laurel, el árbol consagrado a Apolo.

     El dios tuvo más amoríos: con la ninfa Cirene, que engendró al semidiós Aristeo; con Talía, una de las Musas, obtuvo la paternidad de los Coribantes, que eran demonios del cortejo de Dionisio; con Urania, que engendró a los músicos Lino y Orfeo; otra de sus conocidas aventuras es la que concierne al nacimiento de Asclepio; con Marpesa, hija de Evenno; con Casandra, hija de Príamo; con Hécuba, madre de Casandra y esposa de Príamo, y le dio un hijo, Troilo; etc. Sin embArgo, Apolo no limitó sus amores a mujeres, sino que también amó a muchachos: Hiacinto y Cipáriso, entre los más célebres.

     A veces Apolo aparece como pastor por cuenta propia. Sus bueyes le fueron robados por Hermes joven. Apolo recuperó su propiedad en el monte Cileno, pero se dice que el pequeño  había inventado la lira; Apolo quedó tan impresionado con el invento que cedió a Hermes sus rebaños a cambio del instrumento. Al inventar luego la flauta, Apolo se la compró por una vara de oro (el "caduceo" de Hermes) y además le enseñó el arte adivinatorio. De hecho, la flauta interviene en las leyendas apolíneas, como la historia de Marsias, un sátiro que retó a Apolo con la pretensión de que era mejor músico con su flauta que el dios con la lira. Marsias fue vencido y Apolo lo desolló después de colgarlo de un pino.

     Como dios de la música y la poesía, era representado en el monte Parnaso donde presidía los concursos de las Musas. Pero aparte de ser dios de la música, poesía, vaticinio, pastoral e íntimamente unido con la vegetación y la Naturaleza, Apolo era además un dios guerrero capaz de enviar, con su arco y sus flechas, una muerte rápida y dulce, como su hermana Ártemis. En la Ilíada lucha en favor de los troyanos contra los griegos, protege a Paris en la batalla, y a su intervención, directa o indirecta, se atribuye la muerte de Aquiles.

     Ciertos animales consagrados a Apolo: el lobo, a veces ofrecido en sacrificio y cuya imagen se asocia frecuentemente a la suya en las monedas; el corzo o la cierva, que también figuran en el culto de Ártemis; el cisne, el milano, el buitre y el cuervo, cuyo vuelo daba presagios, entre las aves; el delfín (su nombre es parecido al de Delfos), entre los animales marinos. La planta apolinea por excelencia era la planta -de hecho, la Pitia, en sus trances proféticos, mascaba una hoja de laurel-.

El culto a Apolo

Conservamos una oración a apolo: "¡Oh, Apolo! Te suplico que seas propicio a la paz, la larga vida y la salud de toda esta familia, y que seas igualmente propicio a la paz de mi hijo". Sus oráculos se expresaban, en general, en fórmulas versificadas y se creía que inspiraba tanto a los adivinos como a los poetas. Comparte esta función inspiradora con Dionisio, pero la apolínea se distingue de la dionisíaca por su carácter más mesurado. A poco a poco se convirtió en el dios de la religión órfica, y a su nombre se asoció todo un sistema mitad religioso, mitad moral, que prometía a sus iniciados la salvación y la vida eterna. Apolo pasó por ser el padre de Pitágoras, nombre con el cual se ponen frecuentemente en relación doctrinas afines.



 Ártemisa.
 Diosa de la caza, señora de las fieras, protectora de los animales salvajes.


Iconografía de Ártemisa

     Virgen y eternamente joven, es una diosa muy femenina, atractiva de por sí. Se la representa normalmente cazando, rodeada de animales salvajes y animales de caza. También suele representarse a veces con una antorcha lunar, según la asimilación de la diosa como personificación de la Luna.

Mitología de Ártemis o Artemisa

     Ciertas tradiciones atribuyen a la diosa como hija de Deméter, pero normalmente es considerada como hermana gemela de Apolo e hija de Leto y Zeus. Nació en Delos, antes que Apolo, y tan pronto como nació ayudó a venir al mundo a su hermano.Permaneció virgen eternamente joven, y es el prototipo de la doncella arisca, que se complacía sólo en la caza. Va armada, como su hermano, de un arco, del que se sirve contra los ciervos y también contra los humanos. Ella es quien envía a las mujeres que mueren de parto el mal que se las lleva. Sus flechas conllevan la muerte repentina, sobre todo las indoloras. Vengativa, fueron muchas las víctimas que sufrieron su cólera. Uno de sus primeros actos fue dar muerte, junto con su hermano, a los hijos de Níobe.

     Tomó parte en el combate contra los Gigantes. Derribó, con ayuda de Heracles, el gigante Gratión. También causó la pérdida de otros dos monstruos, los Alóadas y el Búfago, devorador de bueyes, en Arcadia. En todo caso, entre las víctimas de Ártemis cabe destacar Orión, el cazador gigante. El motivo que le impulsó a matarlo difiere según las tradiciones: o bien Orión incurrió en la ira de la diosa por haberla desafiado a lanzar el disco, o por haber tratado de raptar a una de sus compañeras, Opis, que había mandado venir del país de los Hiperbóreos, o bien Orión había tratado de violar a la propia Ártemisa, por lo cual ella le envió un escorpión que con su picadura lo mató. Destaca también la muerte de otro cazador, la de Acteón, hijo de Aristeo, también la de Meleagro. Por haberse olvidado Eneo de sacrificar a Ártemisa cuando ofrendaba a todos los dioses las primicias de sus cosechas, la diosa envió contra su país un jabalí enorme. También destaca la muerte de Calisto, fruto de un flechazo a petición de Hera, para castigarla por haberse dejado seducir por Zeus. En definitiva, todas estas leyendas son relatos de cacería que presentan a la diosa salvaje, de bosques y montañas, cuyos compañeros habituales son fieros.

     Por otro lado, uno de los trabajos de Heracles narra cómo el héroe había recibido de Euristeo la orden de traerle el ciervo de cuernos de oro consagrado. Heracles, que no quería herir ni matar al sagrado animal, lo persiguió durante todo un año, pero luego, cansado, lo mató. Inmediatamente aparecieron Ártemis y Apolo para pedirle cuentas, y el héroe logró apaciguarles cargando a Euristeo la responsabilidad de aquella persecución.

     La cólera de la diosa también la recibió la familia de Ifigenia. Ya venía de lejos, pero fue renovada por unas palabras imprudentes de Agamenón, quien, habiendo cazado un ciervo, exclamó: "¡Ni la propia Ártemisa podría haberlo matado así!". La diosa envió entonces una bonanza que inmovilizó toda la flota, y Tiresias, el adivino, reveló la causa del contratiempo y el único remedio, inmolar Ifigenia a Ártemis, la hija doncella del rey. Pero Ártemis no aceptó el sacrificio

El culto a Ártemisa

     Era honrada en todas las regiones montañosas y agrestes de Grecia. Su más célebre santuario era el de Éfeso, donde la diosa había asimilado una antiquísima divinidad asiática de la fencundiad. No obstante, fue asimilada por los antiguos como personificación de la Luna que anda errante por las montañas, del mismo modo que Apolo como personificación del Sol. Por otro lado, en el panteón helénico, la diosa ocupó el lugar de la "Señora de las Fieras", reveladda por los monumentos religiosos cretenses. También hacíase de Ártemis la protectora de las Amazonas, guerreras y cazadoras como ella, e independientes del yugo del hombre.

Arból Genealogico



Coversion al Panteon Romano


Espero que sea de su agrado

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